jueves, 14 de julio de 2011

Nada tan bueno puede ser realidad

Esta es la historia de cómo morí, y para contárselas bien, vamos a retroceder 40 segundos…

“Manga de forros que no dejan paso al peatón, idiotas, vacios, lastres, escorias, quisiera ver esas caritas si yo estuviera en el auto y ellos en la calle… como los haría mierda, ¡mierda!” Entonces reí, apretando los dientes fuertemente, imaginando como mataba a todas esas personas que me jodían y estorbaban la vida, las que por soñar matándolas (una imagen tan real que creaba desde lo más profundo de mi odio) ya me transformaban en asesino, pero no es asesino el que mata a esos forros, es justic…

-¿Tenes hora?- me dijo un tipo soplándome el cuello; me sobresalté y antes de que reaccione, me pegó en el estómago.

-¿Qué tenes en esa valijita? Dame todo lo que tengas o te mato.- me dijo el otro tipo que lo acompañaba.

Hijos de puta, seres subhumanos, ignorantes de la vida, forr…

-¡No tengo nada que quieran solo cosas de valor personal y trabajo! Estoy volviendo de ahí ¿porqué llevaría algo importante? No me hagan nad…

Saco una pistola y me pego con el mango en la cabeza, caí al suelo y me desmaye…

“Levántate” escuchaba a lo lejos

mientras me pateaba. Lo hice, juntando todas las fuerzas que tenia, insultándolos a más no poder, y les di todo mientras miraba minuciosamente sus caras, sus movimientos, sus sonrisas; analizándolos, momentos antes de que desaparecieran, mientras les gritaba: “Ya se van a morir en su mierda”

Pasaron días y mi enojo no cesaba, esas mierdas se habían salido con la suya. Así que, sin ningún propósito en la vida, sin nadie a quien cuidar o querer, decidí emprender el ameno viaje de la venganza. Fui, durante una semana, al lugar donde me robaron por si volvían a atacar a otra persona ahí, pero fue en vano. Mi principal ventaja era el tamaño de la ciudad, así que tarde o temprano los iba a encontrar.

Ya tres meses después, aproximadamente, estaba totalmente desesperado, me volvía loco la idea de no poder torturarlos y destruirlos. Hacía semanas que no me bañaba y días que no comía… pero aunque había pasado mucho tiempo no había olvidado ni el más mínimo detalle de sus caras.

Después de dos semanas más, vi al hijo de puta, el me había golpeado primero salir de una casa y sentí la victoria, sentí ese fogón de calor en el pecho, sentí felicidad. Una vez que encontré a uno, encontré al otro. Y en eso estuve semanas, vigilándolos, sabiendo con quién vivían, a qué hora salían, dónde iban, a qué hora volvían, dónde trabajaban… Lo sabía todo y tenía un plan: era la hora de atacar.

Al día siguiente fui a capturarlos, empezando por el que me había golpeado y luego por el que me amenazó; así que esperé a que llegue a la parada de colectivo que se toma para ir a su trabajo; unos de los pocos momentos donde lo puedo encontrar medio dormido y solo (eran las 6 a.m). Cuando llegó y se sentó contra una puerta, tomé el cloroformo, saque el pañuelo del bolsillo, y a pesar de que forzó, a los 5 minutos ya estaba en el baúl del auto que había rentado, atado de pies a cabeza.

Esperé hasta la noche para capturar al segundo pedazo de escoria, escondido en el jardín de una casa por la que siempre pasa caminando cuando vuelve a la suya. A los veinte minutos de haberme escondido, vi que se acercaba, prepare mi formula sedante y esperé a que pase para tomarlo por la espalda; me acerque silenciosamente, le puse el cloroformo en la boca y le susurre El que ríe último ríe mejor”. Cayó al suelo y lo llevé como a un bebe dormido (y atado) al baúl junto con el otro. De ahí tome rumbo a un galpón a kilómetros de la ciudad que estaba totalmente inhóspito desde hacia ya un par de años; nadie escucharía nada.

Que feliz fui al día siguiente, cuando despertaron. Estaban atados sin posibilidad de movimiento y lo primero que vieron fui yo con un revolver apuntando a su frente, jugué con los dos de esa manera. Cuando empezaban a moverse tomaba el arma y apuntaba a su frente y cuando se despertaban se sobresaltaban y me imploraban que no los mate. Ya con los dos despiertos comencé a hablarles:

-Ustedes quieren vivir, ¿no?- Pregunté sonrientemente.

-¡Si, por favor, no nos hagas nada!- dijeron suplicándome, al unísono.

-Pero ustedes, chicos, hicieron cosas muy malas. No sé si se acuerdan de mi, ustedes me robaron hace un par de meses y ahora solo estoy haciéndolos consiente de la debilidad que se siente estar ahí.

-Le juro que aprendí, por favor soltame, no me hagas nada- me suplico casi llorando, el menudo forro que antes hablaba de matarme, ahora lloraba por su vida.

- Los dejaría libres, pero no sé si entenderían bien el mensaje, perdónenme pero voy a tener que matarlos para que aprendan la lección…

-¡No! Por favor, no nos mates, te juro no vamos a volver a hacer nada de esto, ya tenemos trabajo, cambiamos- chillo el otro ahora.

-Tenes razón, no tengo que matarlos, porque sino las otras mierdas que están ahí afuera como ustedes no van a aprender de este miedo; y que no les conviene meterse conmigo. Nadie va a poder enterarse si mueren acá.

-¡Si!-gritaron los dos; es tan lindo jugar con esa gente de mierda hipócrita al borde de la muerte; entonces uno siguió: Bueno, ¿nos desatas?, ya aprendimos, nadie te va a hacer nada…

Le conteste, sonriendo, con cara compadecedora:

-¿Sabes? No voy a hacer nada de eso. Vos de acá te vas directo al infierno- y reí eufóricamente desorbitando los ojos. Tome el arma y…

¡Boom! sentí que como despertaba de un sueño cuando el tiro entraba por mi pecho. Levántate te dije” escuche a lo lejos.

Y esta fue la historia de cómo morí,

3…

la historia de los 40 segundos más largos de mi vida…

2…

Y de que si tan solo me hubiera mantenido dormido un segundo más,

los habría hecho mierda…

1…

Fin